Fundamentación del mural Jesús entregando las llaves a Pedro

Por Dustin Muñoz.

Jesús entregando las llaves a Pedro, realizado para la Catedral de San Pedro de Macorís, es un mural a gran escala, cuyo formato cuenta con 215 x 315 pulgadas, plasmado en tela y acrílica.

La idea central del mural está Inspirada en el Evangelio de Mateo 16:18-19: “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos”, acción que he contextualizado compositivamente tomando en consideración la última aparición de Jesús según el Evangelio de Marcos 16:14 que reza: “Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado”.

Conceptualmente, además, he concebido el mural según el Evangelio de Juan 21:1-17, cito: «Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al Mar de Tiberias; y se manifestó de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Dídimo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. Simón Pedro les dijo:

—Voy a pescar.
Ellos le dijeron:
—Vamos nosotros también contigo.
Salieron, pues, y entraron en una barca; pero aquella noche no pescaron nada.
Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa, pero los discípulos no sabían que era Jesús. Y les dijo:
—Hijitos, ¿tenéis algo de comer?
Le respondieron:
—¡No!
Él les dijo:
—Echad la red a la derecha de la barca y hallaréis.
Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces. Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro:
—¡Es el Señor!
Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella) y se tiró al mar. Los otros discípulos fueron con la barca, arrastrando la red llena de peces, pues no distaban de tierra sino como doscientos codos.
Al descender a tierra, vieron brasas puestas y un pescado encima de ellas, y pan. Jesús les dijo:
—Traed de los peces que acabáis de sacar.
Subió Simón Pedro y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió. Les dijo Jesús:
—Venid, comed.
Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Tú, quién eres?», sabiendo que era el Señor.  Vino, pues, Jesús, y tomó el pan y les dio, y asimismo del pescado. Ésta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos, después de haber resucitado de los muertos.
Apacienta mis ovejas
Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro:
—Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos?
Le respondió:
—Sí, Señor; tú sabes que te quiero.
Él le dijo:
—Apacienta mis corderos.
 Volvió a decirle la segunda vez:
—Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?
Pedro le respondió:
—Sí, Señor; tú sabes que te quiero.
Le dijo:
—Pastorea mis ovejas.
Le dijo la tercera vez:
—Simón, hijo de Jonás, ¿me quieres?
Pedro se entristeció de que le dijera por tercera vez: «¿Me quieres?», y le respondió:
—Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.
Jesús le dijo:
—Apacienta mis ovejas.”

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