Una dama como ella no puede irse así, en silencio.
Por José Rafael Lantigua.
Cuando doña Bernarda Jorge, con su inteligencia y dinamismo, y quien como musicóloga conocía muy bien la trayectoria de Aída, recogiendo el sentir de diferentes personas me sugirió colocar el nombre de la pianista y escritora a la entonces Sala de la Cultura del Teatro Nacional, no vacilé ni un momento.


Llevé, como manda la ley, la propuesta al Consejo Nacional de Cultura y en pocas semanas cumplimos el propósito, no sin antes ordenar al excelente artista plástico Dustin Muñoz la confección de un buen retrato de Aída, como antes este mismo pintor había hecho con la figura de don Juan Lockward cuyo nombre pusimos al bar de nuestra principal edificación teatral.
Allí está ella ahora con su porte distinguido, de honorable alcurnia cultural, presidiendo todas las actividades que se realizan en una sala que ella levantó y en un espacio donde fue directora en tres ocasiones. El Teatro Nacional guarda históricamente las improntas aportadoras de dos grandes de nuestra cultura: Carlos Piantini y Aída Bonnelly de Díaz. (Fragmento)
Por José Rafael Lantigua
16 de noviembre 2013. Link: Aquí
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